quinta-feira, junho 09, 2005

Kuadernotas del Milenio Pasado: Dr. Arroyo, Andrés Huerta y anexas

Retorno a la región. La urbe parcializa la visión y sentimiento de nuestro entorno: sobre todo, que nos hemos olvidado de la región interior y sus vivencias. Debemos volver. Diciembre 5, 1992, el alcalde del pueblo de Dr. Arroyo da la bienvenida a los presentes en el homenaje brindado por su pueblo y Radio Nuevo León, al poeta Andrés Huerta.
Habla de una manera sencilla y segura; afirma que está contento de la actividad no obstante de "que a mi pueblo lo ha caracterizado el dolor", finaliza con "Ustedes son nuestros amigos".
Dentro del pequeño auditorio municipal, dónde se realiza el homenaje, alguien me presta el recorte de un periódico, con fecha del martes 27 de enero de 1976; el recorte se encuentra enmarcado (tal vez adorne y/o cuelgue como testimonio en alguna casa del pueblo). Extraigo de él los siguientes fragmentos: "El historiador del pueblo cuenta, finalmente que hasta 1940, por causas que nadie se explica y que los meteorólogos no se han explicado, las lluvias, que antes favorecían al municipio año con año, fueron retirándose y las sequías fueron cada vez más prolongadas. La última duró casi tres años (1972-1975)". "Cuando se hielan el maíz o el poco frijol "de guía" que sembramos, escasean el ixtle y la lechuguilla y mueren nuestros animales, no nos queda más que vivir "de aigre" como los camaleones" (Citando a Jesús Pérez Ramón, ejidatario de 44 años del rancho El Capadero).

Una de las personas invitadas a hablar de la obra y vida de Huerta, afirma que varias veces se pregunto sobre la forma y contenido del lenguaje poético de Andrés. Sin hallar respuesta. Hasta que en una reciente gira con autoridades educativas, por el sur del estado, encontró solución e su pregunta; ya que -parafraseando sus palabras- al comentar con los habitantes de una comunidad ejidal, la bella forma de hablar de la gente del campo, al referirse a su observaciones de la naturaleza: de los cielos, de las aves migratorias, un ejidatario le respondió seguro: "Es que unas palabras llaman a las otras".
Cierto, por la forma de hablar de la gente nativa, que he logrado escuchar; así como por las mismas palabras del alcalde, los habitantes de está región parecen saber muy bien que unas palabras llaman a las otras.
Se podría decir incluso -sin exageraciones- que todos son poetas. Como el homenajedado. Pero sin obra escrita.
Inevitable coraje personal y desesperación con el trabajo expuesto por Yuri; la forma y contenidos del mismo estan hecho para los "intelectuales" y funcionarios que vinieron de Monterrey. No para Andrés Huerta y su pueblo.
Segundo día del homenaje a Huerta, entre tanto entusiasmo y emotividad un espontáneo sube al frente, después de identificarse como José Rogelio Reyes y aclarar que no fue invitado oficial al homenaje, quiere hacernos llegar unas palabras -que por cierto inevitablemente ponen fuego en una llaga siempre abierta-: agradece en primera instancia la presencia de tantos "intelectuales y personalidades" de Monterrey (al parecer lo dice en serio, aunque a mi me parece una fina y bien calculada ironía); luego dice en un tono sereno, impregnado de un ligero aire de tristeza y resentimiento, que ojalá y las visitas y estudios fueran más seguido, más constantes, para que Doctor Arroyo pudiera tener seguridad de un "arte que necesita" para sus hijos. Hay un silencio profundo del auditorio mientras se escuchan sus palabras. Después de que habla platico con él en el pasillo, le digo que me impactaron sus palabras, y que me gustaría intercambiáramos direcciones para en determinado momento coordinar una actividad de difusión o recreación en su pueblo. El se muestra entusiasmado con la idea y conversamos un poco. Pero ahora, a dos meses de haber conversado con él, es fecha que no he iniciado seriamente algo concreto, con que llevar a cabo la propuesta que le hice. Eso sí, recordamos sus palabras:

A MI PUEBLO

Te me fuiste quedando
como una larga herencia pueblo mío
en mi sangre
en la hora en que te invento
en mis viejos resabios
te recuerdo en primavera
o vestido de cuaresma
o en las fiestas de boda campesinas
con tambora
y vuelvo a ti
desde mis años y el olvido
hijo pródigo contigo en la costillas
no voy a olvidarte
ni en atardeceres del otoño y del verano
ni tus campanas
ni tus noches
pueblo mío atorado en la garganta
metido en los confines de la aurora
varado entre montes y colinas
rapado por el aire
va por tus calles desfilando la tristeza
pueblo de las muertes violentas
y la virgenes calladas
y la vida plena
riega por caminos y collados
semillas de fe
para que ruede sobre tus días
la esperanza mía.

-Andrés Huerta-