Kuadernotas del Milenio Pasado: Eliade, Truenos, Mitos, Piedras de rayo, Roble, San Nicolás, Cerro Pretto, Linares
Desde hace buen rato leo a Mircea Eliade; me he concentrado específicamente en un capítulo del "Tratado de Historia de las Religiones" en el cual se habla de las divinidades uranias: sus implicaciones, significados y evolución en las sociedades primitivas. Estoy profundamente metido en la lectura cuando algo retumba allá a fuera; claramente se escucha como un trueno, resuena como un trueno precisamente cuando estoy leyendo el siguientye párrafo -que es inevitable no transcribir completo: "En América del Norte, el ser supremo celeste tiende a fusionarse en general con la personificación mítica del trueno y del viento, representado como un pájaro (el cuervo, etc.); con un batir de alas, hace surgir el viento y su lengua es el relámpago [...].
El trueno fue desde el origen, y siguió siendo después, el atributo esencial de las divinidades uranias. A veces se singulariza y adquiere una autonomía particular. Así por ejemplo los indios siux piensan que los astros y fenómenos meteóricos, el sol, la luna, el rayo, pero sobre todo el rayo, están saturados de wakan. Los indios kansa dicen que nunca han visto a su dios Wakan, pero que ha menudo han oído su voz en el trueno. Entre los dakotas, Wakantanka es efectivamente "una palabra para designar al trueno" (Dorsey). Bajo el nombre de Wakanda, los omaha honran al trueno con un culto propiamente dicho; al principio de la primavera sobre todo, los hombres suben a fumar a las colinas y le traen ofrendas de tabaco [...]. Entre los algonquinos, se hacen promesas a Chebbeniathan, "el hombre de arriba", cada vez que un huracán amenaza o que el trueno parece inminente.".
Hemos visto que en los rituales de inciación australianos la epifanía del trueno se anuncia por el rugido de lo que se llama el "rombo". El mismo objeto y el mismo ceremonial se han conservado también en los ritos de inciación órfica. El rayo es el arma del dios del cielo en todas las mitologías y el lugar que él hiere con el rayo se hace sagrado".
Pues bien, en una parte de estos párrafos me encontraba leyendo -no se exactamente en cual, por la impresión causada- cuando retumbó ese sonido, que yo y mi madre identificamos como de un trueno. Mi hermano dijo que más bien fue la explosión de algo. El hecho es que incluso salimos a ver si había rastros de lo escuchado y no alcanzamos a ver u oír nada fuera de lo normal. Aunque mucha gente del barrio pareció despertarse con el sonido estruendoso: alcanzamos a ver que en cuatro casas la gente abrió la puerta o la ventana y se asomó a la calle buscando aclarar la incógnita del sonido como nosotros: infructuosamente. En fin, a estas alturas tengo la seguridad de que fue un aviso de la pervivencia de los antiguos y sus divinidades; o una simple demostración de fuerza de una antigua divinidad urania local, pues en las líneas anteriores a lo que leía cuando sonó el trueno, Eliade explicaba que en la mayoría de los casos los dioses celestes pasaron a un plano alejado de la cotidianidad religiosa de la gente. En fin no se pudo tratar de una simple coincidencia, sobre todo si asumo la manía religiosa con que he traído en mis manos en esta última semana las piedras que me obsequiaron los niños de Cerro Prieto, y que ellos llaman ¡oh casualidad!: "piedras de rayo". Bien, para cerrar con broche de oro las anteriores referencias mágicas, cito lo que leí líneas abajo de lo transcrito anteriormente: "Un gran número de creencias relacionadas con la santidad del trueno se encuentran esparcidas por la tierra entera. Se creía que las piedras llamadas "de rayo" y que no son en su mayoría sino sílex prehistóricos, eran la punta misma de la flecha del rayo, y como tales eran veneradas y piadosamente conservadas".
No cabe duda que los antiguos siguen brincoteando entre nosotros.
El trueno fue desde el origen, y siguió siendo después, el atributo esencial de las divinidades uranias. A veces se singulariza y adquiere una autonomía particular. Así por ejemplo los indios siux piensan que los astros y fenómenos meteóricos, el sol, la luna, el rayo, pero sobre todo el rayo, están saturados de wakan. Los indios kansa dicen que nunca han visto a su dios Wakan, pero que ha menudo han oído su voz en el trueno. Entre los dakotas, Wakantanka es efectivamente "una palabra para designar al trueno" (Dorsey). Bajo el nombre de Wakanda, los omaha honran al trueno con un culto propiamente dicho; al principio de la primavera sobre todo, los hombres suben a fumar a las colinas y le traen ofrendas de tabaco [...]. Entre los algonquinos, se hacen promesas a Chebbeniathan, "el hombre de arriba", cada vez que un huracán amenaza o que el trueno parece inminente.".
Hemos visto que en los rituales de inciación australianos la epifanía del trueno se anuncia por el rugido de lo que se llama el "rombo". El mismo objeto y el mismo ceremonial se han conservado también en los ritos de inciación órfica. El rayo es el arma del dios del cielo en todas las mitologías y el lugar que él hiere con el rayo se hace sagrado".
Pues bien, en una parte de estos párrafos me encontraba leyendo -no se exactamente en cual, por la impresión causada- cuando retumbó ese sonido, que yo y mi madre identificamos como de un trueno. Mi hermano dijo que más bien fue la explosión de algo. El hecho es que incluso salimos a ver si había rastros de lo escuchado y no alcanzamos a ver u oír nada fuera de lo normal. Aunque mucha gente del barrio pareció despertarse con el sonido estruendoso: alcanzamos a ver que en cuatro casas la gente abrió la puerta o la ventana y se asomó a la calle buscando aclarar la incógnita del sonido como nosotros: infructuosamente. En fin, a estas alturas tengo la seguridad de que fue un aviso de la pervivencia de los antiguos y sus divinidades; o una simple demostración de fuerza de una antigua divinidad urania local, pues en las líneas anteriores a lo que leía cuando sonó el trueno, Eliade explicaba que en la mayoría de los casos los dioses celestes pasaron a un plano alejado de la cotidianidad religiosa de la gente. En fin no se pudo tratar de una simple coincidencia, sobre todo si asumo la manía religiosa con que he traído en mis manos en esta última semana las piedras que me obsequiaron los niños de Cerro Prieto, y que ellos llaman ¡oh casualidad!: "piedras de rayo". Bien, para cerrar con broche de oro las anteriores referencias mágicas, cito lo que leí líneas abajo de lo transcrito anteriormente: "Un gran número de creencias relacionadas con la santidad del trueno se encuentran esparcidas por la tierra entera. Se creía que las piedras llamadas "de rayo" y que no son en su mayoría sino sílex prehistóricos, eran la punta misma de la flecha del rayo, y como tales eran veneradas y piadosamente conservadas".
No cabe duda que los antiguos siguen brincoteando entre nosotros.
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