Notas de Fin de Milenio Pasado: Viejitos y los Alegres de Teherán
Platicamos con unos viejos de Terán en el camino. Viajamos a ver unos terrenos que dizque están vendiendo a muy buen precio. El monte penetra por la ventana a nuestros ojos y se ve seco, cansado. Parece que de esta sequía no se va a levantar y renacerá convertido en páramo, o en desierto.
Siempre me acuerdo de ese viaje porque bromeábamos y uno de los teranenses comentaba algo acerca de que el vivía bien en el pueblo, a pesar de la seca, de las pocas oportunidades de trabajo y de su abandono. Decía que en la ciudad cobraban todo y muy caro.
Ponía el ejemplo del agua ¡ahora hasta el agua venden!, reímos. Añadió con una sonrisa “dentro de poco nos van a querer vender el aire”.
(Y en efecto, diez años después de esa plática con los ancestros de Teherán, en Monterrey hay sitios en los que venden dosis de aire puro, faltaba más).
Viejito atómico.
En otra ocasión, entablé plática con otro anciano en la caseta de los autobuses azules y amarillos de Montemorelos, también era teranense. Comentamos algo acerca de corridos y armas pero repentinamente cerró el tema de manera divertida diciendo que de nada nos servían las pistolas, carabinas y metralletas sí, Estados Unidos -con una bomba atómica- nos podía achicharrar rápidamente a todos.
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