segunda-feira, agosto 21, 2006

Apuntes sueltos del milenio pasado: nuestro ancestros del futuro, lo sagrado, vestigios

La mayoría de las manifestaciones sagradas que un día poblaron el universo aborigen de la región han muerto. Este "deicidio" empezó con la llegada de los primeros colonos esclavistas y agricultores: el exilio-esclavitud y cultivo de las tierras indígenas seguramente significó para muchas tribus la violación de su orden religioso; en el primero de los casos, separarsae de los paisajes nativos implicaba romper un vínculo vital y espiritual con los antepasados, con las fuerzas naturales manifestaciones de la divinidad. Asimismo, el cultivo significó -para nuchos aborígnes- no sólo la alteración radical de sus fuentes de subsistencia, sino un verdadero sacrilegio: clavar un arado o un cuchillo en el seno de la tierra, en el vientre de una madre. ¿Cual era la diferencia? para pueblos que desconocían la agricultura.

La mayoría de los informes y documentos que conocemos acerca de las tribus del actual noreste de México acentúan una idea: la falta de religiosidad de estos grupos; así, se tiende a negar categóricamente la posibilidad de creencias y prácticas opuestas al mundo profano por parte del nativo, en el mejor de los casos se reconoce una religiosidad por oposición cuando se habla de su gentilidad y paganismo; contradictoriamente, los mismos cronistas que niegan religiosidad entre los aborígenes norestenses describen un sinúmero de comportamientos míticos, rituales (aunque la contradicción es sólo aparente)
¿Pero, desaparecieron todas las manifestaciones e ideas religiosas recoelctoras cazadoras de nuestros lares? No, lo que ha desaparecido en nuestra capacidad de verlas, nuestra conciencia y reconocimiento de ellas; quizás sin saberlo aún dependemos marginalmente de su poder y compañía: digamos esa pata de venado colgada junto a un rosario o crucifico en el espejo retrovisor del carro, esa pomada de coyote "buena para todos los males" comprada por la calle a un vehículo en movimiento, ese untarse peyote con alcohhol para aliviar intensos dolores, esas ganas de danzar al son de un buen mitote.
Paradójicamente, una parte de lo que perdura del universo sagrado indígena debemos buscarlo en las ideas del mal que trajeron e impusieron los cristianos...