quarta-feira, julho 27, 2005

Notas de fin de milenio pasado. Y Viva la Sierra Madre que nos parió.

Breves notas acerca de la Sierra que nos parió.
A los niños de la Casa de las historias.

Desde niños la Sierra fue para nosotros, un espacio para la imaginación y el mito; íbamos de General Terán y Linares rumbo a Monterrey y recorríamos sus contornos desde la carretera. Imaginábamos "mostros" saliendo de sus picos y pensabámos cómo sería posible protegernos de ellos una vez que, ya en el valle, dieran alcance al autobús en el que viajábamos. Pero eso eran distracciones-temores infantiles, pronto nuestros mayores nos dijeron la "verdad": la sierra era refugio de bandidos y prófugos de la ley que solían vivir en grutas. Cierta ocasión, un tío que trabajaba en un rancho del Alamo habló de unos amigos que vivían en cuevas y estaban juntando comida y armas para levantarse contra el gobierno.
Ahora sabemos que los "mostros" no existen, al menos no los que imaginamos una y otra vez descendiendo de la montaña. Sabemos, además, que no hay gente preparándose para luchar contra el gobierno, al menos no en esta Sierra.
Lo que si creemos desde hace mucho tiempo es que las montañas son gigantes dormidos: en Terán nos decían padres, tíos y abuelos que los gigantes se habían ido a dormir a las sierras, usándolas como almohada; o confundiéndose con ellas: "a veces, en día soleados, se ven pasar sombras rumbo a las montañas, son las sombras de los gigantes con sueño".
En nuestra adolescencia la cordillera se erigió en símbolo de Monterrey, imaginábamos un ataque nuclear sobre la ciudad y la veíamos arrasada por la muerte y la destrucción; después de la hecatombe no veíamos niños, mujeres, sólo el perfil derruido de las montañas, y en esas montañas heridas por la radiación -pero vivas- veíamos el volver a la vida de todos los regiomontanos.
La adolescencia trajo otra visión relacionada con la anterior: el día que los edificios de la ciudad obstruyan por completo, la visibilidad de la cordillera, Monterrey desaparecerá.
También durante aquellos años se fraguó un acto "terrorista" con un papel protagónico e inconsciente de las montañas regias: un comando sabotearía las instalaciones eléctricas que alimentan Monterrey, una noche de luna llena, para que la gente pudiera contemplar un espectáculo de luz y sombras entre Selene y la Sierra Madre Oriental...