segunda-feira, setembro 19, 2005

Caída y transformación de Chamán por las doce verdades del mundo: Paurake Man ¡vente! no te quedes

La foto registra un fragmento del instante en que un chamán norteño, que volaba en forma de pájaro (Paurake) cae del cielo y se tranforma en Gente.
Nótese las puntas de los brazos que pasan de ser garras de ave para convertirse en dedos y luego en manos.

Para quienes no sean de la tierra de las Montañas Azules y no tengan ni idea de la Gente Pájaro, anexamos dos entradas de un libro de próxima aparición (Cristóbal López, Lilia Alanís, Diccionario de Creencias y Tradición oral de Nuevo León, Pacmyc 2004-Kolectivo Itinerante-UANL, en prensa).


Hombre Pájaro. Ser que supuestamente habita en cuevas situadas en la sierra de Monterrey. Lo describen como un ave del tamaño de una persona que tiene rasgos o movimientos humanoides. Algunos dicen que simplemente se trata de un pájaro con tamaño anormal; aunque no faltan quienes aseguran que es un ser diabólico, o una especie de pterodáctilo. Las versiones sobre su aparición, origen y forma crecieron cuando el rumor sobre sus correrías fue difundido por la televisión local. La idea del Hombre Pájaro como espanto se circunscribe al área metropolitana de Monterrey, aunque está muy extendida la idea de que las brujas se transforman en aves para realizar sus trabajos.
Por otra parte, en el ámbito rural se evoca un tiempo en que los hombres y los pájaros hablaban el mismo idioma; además de que es muy conocida la asociación e identificación que tiene la gente del campo con las aves en general, especialmente con las de presa o las canoras; esto último se aprecia en los nombres de algunos grupos norteños de acordeón y bajo sexto: Los Gorriones del Topo Chico, El Palomo y el Gorrión, Los Tremendos Gavilanes, Los Halcones de China, Los Cardenales de Nuevo León, Los Canarios de Nuevo León, Los Cuervos del Bravo.

Manuel era un hombre humilde
apodado El Gavilán
vivía en un rancho escondido
municipio de Terán
la injusticia de las leyes
hace a los hombres cambiar (...)
Manuel liberó a su esposa
cien reos dejó escapar
les gritaba y les decía
“síganme que tengo un plan
Manuel ha muerto pa todos
ahora quedó El Gavilán”
(DAR, corrido “El gavilán”)

Se fugó el águila real
como lo había prometido
ninguna ley de la tierra
jamás lo verá cautivo
su destino eran los cielos
lo firma Amado Carrillo.
Logró el control de los aires
porque deveras podía
piloteando sus turbinas
de la muerte se reía
el hombre gozó a lo grande
mientras le duró la vida.
(Paulino Vargas, corrido “Nave 727”)

Lleva siete cicatrices
El Halcón se fue a la sierra
siete veces los emboscaron
allá en Reynosa su tierra
se fue a curar las heridas
a orillas de la pradera (...)
El Halcón no está domado
en la sierra es un salvaje
en su cintura una escuadra
como labrado un tatuaje
con el filo de su garras
siempre ha dejado un mensaje.
(Juan Villarreal, corrido “El halcón”)

Véase: Águila, Cócono, Lechuza, Cuervo, Pauraque, Tecolote.

Nahualismo. Capacidad de algunas personas para transfigurarse en forma y naturaleza animal; aparece vinculada al poder de brujas y diableros. En las brujas el nahualismo depende de necesidades de su “profesión”; así, para ver en la oscuridad, visitar enfermos y desplazarse a lugares lejanos adquieren figura de lechuza, cócono, tecolote y cuervo. El diablero utiliza la personalidad animal para resaltar sus habilidades y superar ciertos retos que sostiene con los pobladores. La creencia en nahuales es vestigio de la cosmovisión aborigen mesoamericana y aridoamericana, aunque sólo hemos escuchado dicho vocablo náhuatl en municipios de la montaña y el sur del estado: Galeana, Doctor Arroyo, Mier y Noriega.

Mi tío Nestor se volvía como él quisiera... en forma de animal: coyote, venado, algo así.
Platicaban que una vez él venía de por allá, de aquel lado del arroyo, cuando se topó con un señor llamado Magdaleno López, quien tenía rifle y le gustaba la cacería; mi tío venía caminando y le dijo:
-Leno ¿cómo te va?
-Bien Nestor, bien.
-¡Mira! allá en tal parte, en la vista fulana -le dijo- pasó un venadón grande pal agua: pal arroyo aquél. ¡Anda espéralo y en el regreso te lo echas: lo matas!
-¿De veras Nestor? -comentó Melesio-.
-Sí, ¡ándale!, ve.
El hombre no perdió tiempo, se echó el rifle al hombro y ¡vámonos! se fue y se puso donde le había dicho mi tío. Se asomó y vió las huellas del venado -era cierto-, iban para el arroyo. Entonces ya se escondió y dijo: “cuando regrese, en la pasada, ¡me lo echo!”
No, luego a poco vio al venadote que venía caminando con unos cuernotes: ahí viene y ahí viene... Se acercó el animal y le empezó a tirar el hombre, pero con cada disparo ¡el venado nomás movía la cabeza! y brincaba pa delante, dirigiéndose pa donde él estaba. En cada tiro y en cada tiro lo tenía más y más cerca ¡pero nunca le pegó!, y cuando le quedaba nomás un tiro tanteó, pensó “este es Nestor, no tiene ni que.... pero este tiro que me queda lo voy a dejar para él, donde lo encuentre me lo voy a echar [matar].
Otro día pasó mi tío Nestor por donde estaba Melesio, y le preguntó riéndose:
-¿Qué pasó Leno, mi pedacito de carne?
-¡Si hasta dejé un tiro para ti, porque tú eras -contestó-, nomás que ya se me bajó la chiva! [el coraje].
-¡Pos no dices que eres cazador! ¿Por qué le erraste tantos tiros?
Sí, sí, el tío Néstor se volvía animal ¡pero quién sabe cómo le haría pa volverse otra vez gente!

(Cruz Plata Barba, Hualahuises)

Me platicó una comadre de General Terán que tengo en California, que los muchachitos estaban portándose muy mal y les dijo, que les dijo:
-Se me portan bien o los... ¡o los convierto en tecolote!
Y que respondieron los güercos:
-¡No, en tecolote no mamá! porque nos metes muy noche.
Pero que en otra vez volvieron a portarse mal y los subió a las hebras de la luz, que allá estaban arriba temblando de frío los tecolotes; así me lo contó.
Y luego que una vez otro señor les dijo a los mismos niños:
-¿Oye, por qué están rasguñados ustedes de la cara, tando tan chiquitos, por qué están rasguñados de la cara? -preguntó-.
-Ira, es que papá y mamá y los papaces de ellos -contestó uno- vuelan muy alto, y nosotros como estamos chiquitos todavía no le sabemos muy bien a eso de volar: entonces nos arañamos en los uña de gato [especie de arbusto espinoso] y dondequiera, por eso estamos todos rasguñaos.
(Fernando Martínez González, Marín)

Véase también: Brujas, Cócono, Conejo, Cuervo, Diableros, Lechuza, Oso, Tecolote, Venado.