"Este pedazo de akordeón en donde traigo el alma mía..."
eltiempo.com / música, Julio 29 de 2005
Hoy, Diomedes Díaz se presenta por primera vez en Monterrey (México)
Ante el éxito que ha ganado este género musical, a los artistas colombianos les tocó incluir la ciudad mexicana en sus giras.
Han pasado cerca de seis años desde que Los Diablitos, agrupación de Omar Geles, rompió el récord de asistencia a un lugar llamado La Expo de Guadalupe, en Monterrey (México). La llenaron y fue una hazaña que no había conseguido el grupo Bronco, uno de los más populares de esa ciudad.
"La primera vez que llegamos –recuerda Omar Geles– vimos un mundo de gente en el aeropuerto. Y nos preguntamos a quién esperaban. Y resulta que nos esperaban a nosotros. Fue la vez que más gente congregamos. Hemos vuelto dos veces más". Ese y el éxito de Los Inquietos del Vallenato llevaron a los demás artistas del género, sobre todo del que se inclina hacia los tonos más románticos (casi de balada), a mirar hacia Monterrey como una plaza importante.
Diomedes Díaz, en su gira de regreso a los escenarios, también prueba suerte hoy ante el público de Monterrey en un lugar llamado La Fe Music Hall, que, según cuenta el mexicano Luis Manuel López Carrera, puede ser la discoteca más grande de Latinoamerica, porque tiene cupo para 20 mil personas.
López Carrera, fundador del Festival Vallenato Voz de Acordeones, que se realiza en Monterrey desde 1999, sabe quién es Diomedes Díaz en el folclor vallenato y por eso, después de verlo el domingo pasado en la capital mexicana, lleva toda esta semana alistando a su gente para el encuentro con ‘El Cacique’.
Si bien, no es raro que en Valledupar los seguidores del artista armen caravanas para celebrar sus triunfos, cu mpleaños o lanzamientos de discos, si es curioso que López Carrera esté haciendo lo mismo en Monterrey. Para la llegada de Díaz a México, organizó una caravana. Su último reporte hablaba de 20 carros y dos buses listos para recibir al artista. Y en vista de que en Valledupar una caravana en honor a Diomedes no puede hacerse sin contar con estatuas de la Virgen del Carmen, la de Monterrey tenía que contar con una de la Virgen de Guadalupe.
No se trata de la locura aislada de unos cuantos fanáticos. El fenómeno, que empezó como una apropiación de la música de acordeón por parte de las pandillas y bandas de estratos bajos de la ciudad mexicana, ha ido escalando posiciones y llamando, cada vez más, la atención en estos años.
"La primera vez que fui –recuerda Lolita Acosta, del Festival de la Leyenda Vallenata– fue en el 98. Me llevé al rey vallenato Saúl Lallemand y al cajero J.J. Murgas. Al año siguiente fue Consuelo Araujonoguera. Pudimos vivir el fenómeno. El Festival de ellos nació con el aval del nuestro. Se supone que el rey vallenato de Monterrey tiene el derecho de venir a Valledupar. Hubo una declaración de hermandad entre las dos ciudades. El ambiente de interés por la música nuestra fue tal que, por ejemplo, Murgas ahora vive allá, enseñándoles a los mexicanos a tocar la caja".
El fenómeno es complejo. El dramaturgo colombiano Orlando Cajamarca lo estudió durante meses. "Lo descubrí una vez que fui a la ciudad –cuenta– y nos recibieron con un grupo vallenato. Pensé que era porque éramos colombianos. Después, en una ponencia escuché a alguien hablando de cómo los ‘chavos banda’, pandillas juveniles de los barrios marginales de Monterrey, se habían apropiado la música vallenata".
Andando por las calles, Cajamarca empezó a sentir que el vallenato sonaba con familiaridad en los buses (hay, por lo menos tres emisoras especializadas en la ciudad). Por eso, aplicó a las becas de creación del Ministerio de Cultura, con el proyecto de hacer un montaje basado en el fenómeno. El resultado fue la pieza Alicia adorada en Monterrey, de Teatro Esquina Latina.
"Descubrí que el fenómeno era más arraigado de lo que pensaba –explica Cajamarca–. Está muy ligado al brillo que tuvieron la cumbia y el porro en México en los años 50. La influencia de esa música dio paso a la cumbia tropical y a la cumbia norteña. En un barrio llamado colonia Independencia empezó a surgir este movimiento, a punta de casetes con música vallenata que llegaban. Y la gente empezó a hacerla sonar en sus bailes. A finales de los 90, comenzó a tener influencia en los jóvenes. Y los chicos, en las esquinas, comenzaron a cantarla y a bailarla. Pero sin cambiar su indumentaria de chico moderno de ciudad globalizada: el piercing, los pantalones grandes, la cachucha volteada, las zapatillas de marca. Visten igual que los raperos del norte, pero miran musicalmente hacia el sur. Y sobre todo, a lo clásico y al vallenato romántico. Sin embargo, allí lo identifican con un solo adjetivo: "Colombia".
En los días de la investigación del teatrero, otro vallenato que pasó por Monterrey fue Alfredo Gutiérrez. El cantante valduparsense Iván Villazón también tiene recuerdos regiomontanos: "Hay fervor por nuestra música. Uno vuelve admirado de encontrarse con gente que no es colombiana, tan distante y tan conocedora del vallenato. Me llamó la atención que el fenómeno no sale de los límites de la ciudad, es como un oasis, a 50 kilómetros ni suena ni la gente sabe nada del tema".
LILIANA MARTÍNEZ POLO
Redactora de EL TIEMPO
Glosario regiomontano
Nelson Velázquez (ex Inquietos) es el ídolo mayor en Monterrey. Dice Luis Manuel López que, en popularidad, le siguen: Omar Geles, El Binomio de Oro y Los Chiches Vallenatos.
Diomedes Díaz se presentará hoy en La Fe Music Hall.
Iván Villazón ha ido a Monterrey tres veces. Aunque sus colegas le habían hablado del fenómeno, se sorprendió al vivirlo.
Celso Piña, el ‘Cacique de La Campana’ es el primer mexicano que empezó a producir su propia música vallenata.
Chavo banda. Joven que pertence a una pandilla que comparte su música y sus maneras de sentir en las esquinas. La ‘colombia de Monterrey’. Seguidores de la música colombiana en la ciudad (cumbia, vallenato y porro).
Sonidero. Especie de DJ familiar, que animaba las fiestas de barrio, con música tropical colombiana, difícil de conseguir en Monterrey. Su influencia fue decisiva en la generación del movimiento.
‘La guacharaca’. Una de las primeras estaciones de radio especializadas.
Tomado de http://eltiempo.terra.com.co/musi/noticias/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2163802.html
Hoy, Diomedes Díaz se presenta por primera vez en Monterrey (México)
Ante el éxito que ha ganado este género musical, a los artistas colombianos les tocó incluir la ciudad mexicana en sus giras.
Han pasado cerca de seis años desde que Los Diablitos, agrupación de Omar Geles, rompió el récord de asistencia a un lugar llamado La Expo de Guadalupe, en Monterrey (México). La llenaron y fue una hazaña que no había conseguido el grupo Bronco, uno de los más populares de esa ciudad.
"La primera vez que llegamos –recuerda Omar Geles– vimos un mundo de gente en el aeropuerto. Y nos preguntamos a quién esperaban. Y resulta que nos esperaban a nosotros. Fue la vez que más gente congregamos. Hemos vuelto dos veces más". Ese y el éxito de Los Inquietos del Vallenato llevaron a los demás artistas del género, sobre todo del que se inclina hacia los tonos más románticos (casi de balada), a mirar hacia Monterrey como una plaza importante.
Diomedes Díaz, en su gira de regreso a los escenarios, también prueba suerte hoy ante el público de Monterrey en un lugar llamado La Fe Music Hall, que, según cuenta el mexicano Luis Manuel López Carrera, puede ser la discoteca más grande de Latinoamerica, porque tiene cupo para 20 mil personas.
López Carrera, fundador del Festival Vallenato Voz de Acordeones, que se realiza en Monterrey desde 1999, sabe quién es Diomedes Díaz en el folclor vallenato y por eso, después de verlo el domingo pasado en la capital mexicana, lleva toda esta semana alistando a su gente para el encuentro con ‘El Cacique’.
Si bien, no es raro que en Valledupar los seguidores del artista armen caravanas para celebrar sus triunfos, cu mpleaños o lanzamientos de discos, si es curioso que López Carrera esté haciendo lo mismo en Monterrey. Para la llegada de Díaz a México, organizó una caravana. Su último reporte hablaba de 20 carros y dos buses listos para recibir al artista. Y en vista de que en Valledupar una caravana en honor a Diomedes no puede hacerse sin contar con estatuas de la Virgen del Carmen, la de Monterrey tenía que contar con una de la Virgen de Guadalupe.
No se trata de la locura aislada de unos cuantos fanáticos. El fenómeno, que empezó como una apropiación de la música de acordeón por parte de las pandillas y bandas de estratos bajos de la ciudad mexicana, ha ido escalando posiciones y llamando, cada vez más, la atención en estos años.
"La primera vez que fui –recuerda Lolita Acosta, del Festival de la Leyenda Vallenata– fue en el 98. Me llevé al rey vallenato Saúl Lallemand y al cajero J.J. Murgas. Al año siguiente fue Consuelo Araujonoguera. Pudimos vivir el fenómeno. El Festival de ellos nació con el aval del nuestro. Se supone que el rey vallenato de Monterrey tiene el derecho de venir a Valledupar. Hubo una declaración de hermandad entre las dos ciudades. El ambiente de interés por la música nuestra fue tal que, por ejemplo, Murgas ahora vive allá, enseñándoles a los mexicanos a tocar la caja".
El fenómeno es complejo. El dramaturgo colombiano Orlando Cajamarca lo estudió durante meses. "Lo descubrí una vez que fui a la ciudad –cuenta– y nos recibieron con un grupo vallenato. Pensé que era porque éramos colombianos. Después, en una ponencia escuché a alguien hablando de cómo los ‘chavos banda’, pandillas juveniles de los barrios marginales de Monterrey, se habían apropiado la música vallenata".
Andando por las calles, Cajamarca empezó a sentir que el vallenato sonaba con familiaridad en los buses (hay, por lo menos tres emisoras especializadas en la ciudad). Por eso, aplicó a las becas de creación del Ministerio de Cultura, con el proyecto de hacer un montaje basado en el fenómeno. El resultado fue la pieza Alicia adorada en Monterrey, de Teatro Esquina Latina.
"Descubrí que el fenómeno era más arraigado de lo que pensaba –explica Cajamarca–. Está muy ligado al brillo que tuvieron la cumbia y el porro en México en los años 50. La influencia de esa música dio paso a la cumbia tropical y a la cumbia norteña. En un barrio llamado colonia Independencia empezó a surgir este movimiento, a punta de casetes con música vallenata que llegaban. Y la gente empezó a hacerla sonar en sus bailes. A finales de los 90, comenzó a tener influencia en los jóvenes. Y los chicos, en las esquinas, comenzaron a cantarla y a bailarla. Pero sin cambiar su indumentaria de chico moderno de ciudad globalizada: el piercing, los pantalones grandes, la cachucha volteada, las zapatillas de marca. Visten igual que los raperos del norte, pero miran musicalmente hacia el sur. Y sobre todo, a lo clásico y al vallenato romántico. Sin embargo, allí lo identifican con un solo adjetivo: "Colombia".
En los días de la investigación del teatrero, otro vallenato que pasó por Monterrey fue Alfredo Gutiérrez. El cantante valduparsense Iván Villazón también tiene recuerdos regiomontanos: "Hay fervor por nuestra música. Uno vuelve admirado de encontrarse con gente que no es colombiana, tan distante y tan conocedora del vallenato. Me llamó la atención que el fenómeno no sale de los límites de la ciudad, es como un oasis, a 50 kilómetros ni suena ni la gente sabe nada del tema".
LILIANA MARTÍNEZ POLO
Redactora de EL TIEMPO
Glosario regiomontano
Nelson Velázquez (ex Inquietos) es el ídolo mayor en Monterrey. Dice Luis Manuel López que, en popularidad, le siguen: Omar Geles, El Binomio de Oro y Los Chiches Vallenatos.
Diomedes Díaz se presentará hoy en La Fe Music Hall.
Iván Villazón ha ido a Monterrey tres veces. Aunque sus colegas le habían hablado del fenómeno, se sorprendió al vivirlo.
Celso Piña, el ‘Cacique de La Campana’ es el primer mexicano que empezó a producir su propia música vallenata.
Chavo banda. Joven que pertence a una pandilla que comparte su música y sus maneras de sentir en las esquinas. La ‘colombia de Monterrey’. Seguidores de la música colombiana en la ciudad (cumbia, vallenato y porro).
Sonidero. Especie de DJ familiar, que animaba las fiestas de barrio, con música tropical colombiana, difícil de conseguir en Monterrey. Su influencia fue decisiva en la generación del movimiento.
‘La guacharaca’. Una de las primeras estaciones de radio especializadas.
Tomado de http://eltiempo.terra.com.co/musi/noticias/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2163802.html
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