Notas de fin de milenio pasado. Sierra, Hualahuises, Tribeños Guajolotes, Petrograbados, Nativos y Valkirias
Viaje con Homero y Patt rumbo a la sierra, fuimos a ver las secuelas de una serie de incendios forestales y a ver "que hallábamos"; del rancho El Cangrejo para adelante nos sorprendió la sequedad y abandono del monte, una y otra vez pasaban junto al camino casas abandonadas, derruídas, solas. Ni un sólo hombre mujer o niño; sólo ganado, floresta, y una débil corriente de agua. En un conjunto de lomeríos, justo al pie de la sierra, encontramos la tierra quemada, de un color oscuro que en tramos cambiaba a gris, e incluso blanco. Regresamos, en el camino entablamos plática con un ranchero que nos contó acerca de las vicisitudes provocadas por el incendio, le preguntamos de la Peña Colorada y nos habló de la cueva de Pedro José, para variar especificó sobre un señor que, a punto de entrar, escuchó aquellas terribles palabras "todos o nada". Nos contó que el nació y se crió en la sierra, pero que su padre la conoce mucho mejor, habló de la virgen de piedra que se ve en un reliz y de las correrías recientes de un león que atacó chivos y "otros animales". Cuando le pregunté que si sabía de pinturas o letras de los indios dijo que había una piedra con figuras que no sabían quien las había hecho, que tenían así como una guitarrita y otras cosas, nos dio señas de su ubicación y enfilamos otra vez rumbo a la sierra. Antes de llegar al sitio vemos a un lado del camino tres coconos silvestres, cosa que me da gran alegría porque había escuchado tanto acerca de ellos pero no los conocía; al verlos correr inmediatamente pienso en las familias de tribu guajolote referenciadas en la época colonial para el área de Linares y Tamaulipas; me sobresaltó y sonrío, afirmando en voz alta que esos pájaros silvestres auguran la continuidad de aquellos olvidados tribeños, comentario que Pat complementa "entonces están cuidando sus lugares sagrados". En efecto, cuidaban sitios sagrados, algunos 500 metros más adelante hallamos la piedra con grabados; no es muy grande y posee alteraciones como inciales y, al parecer marcas de herraje, pero es posible distinguir una serpiente, probables cuernos de borrego salvaje, lo que semeja un guaje o estilización del cuerpo femenino (la "guitarrita" mencionada por el señor), y otros símbolos confusos.
Antes de Volver a Hualahuises veo a unos metros de la piedra con los grabados una serpiente verde que asciende asustada y luego se detiene; veo sus ojos y parece verme, se queda inmóvil, me acerco un poco y sigue ahí, nos quedamos parados observándonos. Parece no temer, yo tampoco le temo; me acerco más y sigue ahí. Reparo que está casi a la misma altura que la roca con grabados y entiendo: la ondulación grabada sobre la piedra laja es ella cuando baja de las alturas; ahora ella sube desde el arroyo hacia la cima del cerro, rumbo al cielo. Se queda inmóvil porque sabe de alguna manera que empiezo a balbucear su lenguaje. Probablemente nos contempló desde que llegamos y sintió la admiración y reverencia que manifestamos para con las figuras. Por eso ahora está inmóvil, grita en su silencio que de alguna manera ella también nos busca y nos encuentra, que nos comprende y nos respeta; ella y las figuras de piedra también han sobrevivido al fuego y las ciudades, al olvido y a la falsa historia.
Antes de Volver a Hualahuises veo a unos metros de la piedra con los grabados una serpiente verde que asciende asustada y luego se detiene; veo sus ojos y parece verme, se queda inmóvil, me acerco un poco y sigue ahí, nos quedamos parados observándonos. Parece no temer, yo tampoco le temo; me acerco más y sigue ahí. Reparo que está casi a la misma altura que la roca con grabados y entiendo: la ondulación grabada sobre la piedra laja es ella cuando baja de las alturas; ahora ella sube desde el arroyo hacia la cima del cerro, rumbo al cielo. Se queda inmóvil porque sabe de alguna manera que empiezo a balbucear su lenguaje. Probablemente nos contempló desde que llegamos y sintió la admiración y reverencia que manifestamos para con las figuras. Por eso ahora está inmóvil, grita en su silencio que de alguna manera ella también nos busca y nos encuentra, que nos comprende y nos respeta; ella y las figuras de piedra también han sobrevivido al fuego y las ciudades, al olvido y a la falsa historia.
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