quarta-feira, agosto 31, 2005

Sin lugar aparente, sin raíz aparente, de aquí y de cualquier parte.

Cuando la conocimos le preguntamos de dónde era y dijo que de aquí, insistimos sobre el origen de sus padres y señaló que de Chihuahua; interrogamos sobre qué región de Chihuahua y señaló que de la Sierra Tarahumara; ¿de qué zona o municipio de la Tarahumara?, acribillamos y señaló que no sabía porque era un rancho y hacía mucho no iba. Ante nuestro acoso señaló que no tenía certeza sobre el nombre de la comunidad de sus padres pero eran del rumbo de Guachochi. Recientemente dijo que iría a un rancho en Linares, cómo se llama el rancho, preguntamos y dijo desconocerlo. Volvió días después y señaló contenta que fue al rancho y se la pasó muy bien un fin de semana. Volvimos a cuestionar ¿cómo se llama el rancho? Y no le dio importancia, dijo no saber.
Ahora –como muchos otros días- escucha su música preferida: música electrónica. Ese tipo de música que sin lugar a dudas puede ser de cualquier lugar del mundo y de ninguno. Se escucha ya, en muchos sitios de la geografía terrestre pero no enraiza ni diez centímetros en la tierra, las piedras o la arena. No enraiza ni siquiera en el espacio de dónde es originaria: la ciudad occidental u occidentalizada.
Pero ¿Y si ella está viva y nosotros muertos? ¿Y si ella escucha la música del futuro y en realidad somos nosotros los que no sabemos de dónde somos?