quinta-feira, junho 23, 2005

Divertimientos: Kellog's Killers

No respondemos, la niña Altai nos ha convertido en unos asesinos cereales

Notas de fin de milenio pasado: Moda otoño-inverno

Existe un cielo cerrado desde los límites de Linares a Hualahuises, hasta el fin del ancho mundo allá afuera. Las alturas se han llenado de una borrasca silenciosa, tranquila, cómo esas simplégades negras que acosan las sensaciones y los poemas de Yorgos Seferis. Contemplando este cielo los compañeros de la facultad de ciencias forestales dicen que el invierno sera duro -dónde he oído esas palabras-; que lo saben porque el aire frío ya corre en los días iniciales del otoño.
Yo les aclaró, les digo que el invierno será frío pero no duro.

Kuadernotas de Fin de Milenio pasado: una de carreteiras

La carretera avanza y no tiene final su recorrido.
Cuando uno cree que la carretera está por acabar se da cuenta que eso es imposible: la carretera siempre se reencuentra consigo misma, y no porque sea partícipe de alguna de tantas mitologías circulares, de los retornos. Sino porque simple y sencillamente no tiene fin algo que nunca detiene su marcha. El secreto de la carretera es su movimiento: allí concentra su vida, su trascendencia.
Si no me creen pregúntenle a la gente de Vallecillo.

quarta-feira, junho 22, 2005

Divertimientos: A cerca de la Serieda (No la hay: no la Haya)

Lo importante es que nosotros nunca perdemos la descompostura porke
-como dicen las kompañeiras kamaradas- no hay serieda y ni keremos ke la Haya. D

Kuadernotas del Fin de Milenio Pasado: El Norte de Nuevo León y el Imperialismo Yaki

Entre más lucidez emocional e intelectual posee uno de la herencia histórica que lo define como individuo-comunidad de cierto tiempo y región, más objetivo y tolerante se vuelve con las influencias culturales venidas de otras regiones y países. Entre más horada uno en las raíces de su mundo inmediato, encuentra o reencuentra aportaciones de mundos vecinos o lejanos.
La anterior reflexión surge a partir de un viaje al norte del estado, con el cual finalizamos la grabación de narrativa tradicional iniciada desde el 93.
Las visitas a Melchor Ocampo y esta última a Lampazos me hicieron reencontrarme de una manera clara y sosegada con una influencia cultural de primera importancia: la estadounidense. Necesité esas travesías por largas carreteras solitarias para sentir, conversar y reflexionar acerca de la importancia que han tenido en mi vida -y en la vida de muchos norteños- el beisbol, la música y el cine del vecino país, etc.
Dentro de cada individuo del norte existe un sedimento de ideas, sensaciones e imágenes asociadas con los Estados Unidos. Ideas, sensaciones e imágenes que no tienen nada que ver con la enajenación e imperialismo cultural, sino con un mundo irrespetuoso de las fronteras geopolíticas: el de la afinidad humana, el de la interrelación cultural.

Kudernotas del Fin de Milenio Pasado: Marxismo Poétiko Old School

He ido a comprar pan y me ha dado un gusto enorme, ver cantar un gallo, en la pared del oxo de la esquina. La pervivencia del antiguo modo de producción, en el nuevo, nunca me había parecido tan evidente.

quarta-feira, junho 15, 2005

Kuadernotas de fin de milenio pasado, Testimonio histórico de Jorgito y Niño del Ejido Cerro Preto

Testimonio histórico de los tiempos en los cuales vivimos es la respuesta de un niño de la cuadra: Jorgito; ante la pregunta de que cree que le va a gustar más de la escuela: palabras más, palabras menos, dice que cuando termine va a aprender a que lo dejen de molestar, a que todos
se callen: su papá, su mamá, sus tíos. Le digo que si entonces le molesta que le pregunte cosas, y solo añade: "para aprender a callar también a mis amigos". Más inocentemente infantil y directo no podía haber sido.
Añade finalmente que el único amigo que no lo molesta es el aire, "porque no me pregunta, ni me dice nada, está calmadito".

Les vamos a echar un palíndroma ¡muuuuuuuuuuy largo!

¿SOÑÉ TRONOS, O NORTEÑOS?

segunda-feira, junho 13, 2005

Kuadernotas del Milenio Pasado: Rekolectores cazadores du sigolo XX, poétikas cotidianas, resistencia obrera, Kursilerías

Domingo 21 de febrero, de 1992: lleno de viento y profundamente luminoso, con un cielo hermosísimo: profundamente azul. La atmósfera nostálgica y extrañamente limpia, transparente. Salgo un rato bajo el árbol, poco después de la hora del dios Pan: del medidodía; contemplo y siento el paisaje cuando, se incorpora a este, el andar lento de un camión de basura.
Contemplo con atención al chofer, que parece un tanto aburrido, pero sobre todo concentro mis sentidos en los dos hombres que vienen tras el camión recojiendo botes y bolsas, para después vaciarlas en el interior del mismo. Miro y reflexiono sobre su trabajo; parece que lo hacen rápido y descuidados, pero no, ponen gran atención en lo que recogen: lo observan, lo palpan un poco, separan algo, lo guardan en la defensa posterior del vehículo, o en la derecha, dentro de unas bolsas que parecen traer para el efecto. Me llama especialmente la atención -y me da gusto- observar que los dos recogedores de basura (uno joven, de entre 20 y treinta años, y otro más viejo: de alrdedor de 45) realizan su trabajo de una manera relajada y alegre: se mueven ágiles, pero sin prisas, uno de ellos grita esporádicamente: "basura, la basura". Llevan ambos a intervalos una sonrisa ligera. Se ven relajados. Viven contentos de la basura. Le extraen diariamente, recolectan de ella: un sueldo, fuerzas, artículos, objetos, vivencias: motivos para vivir.
Viven en parte de nuestras basuras. Así como sin darnos cuenta nosostros vivimos en parte de las de ellos. Todo se armoniza en el paisaje: el sol, el viento, el cielo azul, el sosiego de los intantes llegados al amanecer, se equilibran con el trabajo alegre y testimonio vital de los
recolectores de basura.

Kuadernotas del Milenio Pasado, Mier y Nigeria, Nuevo León, Kasa de la Tortura (Antigua Estaciao del Cartél del Golfo)

Transitando por la carretera de Mier y Noriega de pronto me llega el sentipensamiento de que todas las piedras que veo pasar velozmente al lado del camino -y cada una de ellas en particular- me revelan un mensaje.


Entre estas viejas grietas y cuarteaduras de la Casa de la Cultura se incrusta el tiempo: comiéndola, roiéndola. Matándola poco a poco.

sábado, junho 11, 2005

Kuadernotas del Milenio Pasado: Eliade, Truenos, Mitos, Piedras de rayo, Roble, San Nicolás, Cerro Pretto, Linares

Desde hace buen rato leo a Mircea Eliade; me he concentrado específicamente en un capítulo del "Tratado de Historia de las Religiones" en el cual se habla de las divinidades uranias: sus implicaciones, significados y evolución en las sociedades primitivas. Estoy profundamente metido en la lectura cuando algo retumba allá a fuera; claramente se escucha como un trueno, resuena como un trueno precisamente cuando estoy leyendo el siguientye párrafo -que es inevitable no transcribir completo: "En América del Norte, el ser supremo celeste tiende a fusionarse en general con la personificación mítica del trueno y del viento, representado como un pájaro (el cuervo, etc.); con un batir de alas, hace surgir el viento y su lengua es el relámpago [...].
El trueno fue desde el origen, y siguió siendo después, el atributo esencial de las divinidades uranias. A veces se singulariza y adquiere una autonomía particular. Así por ejemplo los indios siux piensan que los astros y fenómenos meteóricos, el sol, la luna, el rayo, pero sobre todo el rayo, están saturados de wakan. Los indios kansa dicen que nunca han visto a su dios Wakan, pero que ha menudo han oído su voz en el trueno. Entre los dakotas, Wakantanka es efectivamente "una palabra para designar al trueno" (Dorsey). Bajo el nombre de Wakanda, los omaha honran al trueno con un culto propiamente dicho; al principio de la primavera sobre todo, los hombres suben a fumar a las colinas y le traen ofrendas de tabaco [...]. Entre los algonquinos, se hacen promesas a Chebbeniathan, "el hombre de arriba", cada vez que un huracán amenaza o que el trueno parece inminente.".
Hemos visto que en los rituales de inciación australianos la epifanía del trueno se anuncia por el rugido de lo que se llama el "rombo". El mismo objeto y el mismo ceremonial se han conservado también en los ritos de inciación órfica. El rayo es el arma del dios del cielo en todas las mitologías y el lugar que él hiere con el rayo se hace sagrado".
Pues bien, en una parte de estos párrafos me encontraba leyendo -no se exactamente en cual, por la impresión causada- cuando retumbó ese sonido, que yo y mi madre identificamos como de un trueno. Mi hermano dijo que más bien fue la explosión de algo. El hecho es que incluso salimos a ver si había rastros de lo escuchado y no alcanzamos a ver u oír nada fuera de lo normal. Aunque mucha gente del barrio pareció despertarse con el sonido estruendoso: alcanzamos a ver que en cuatro casas la gente abrió la puerta o la ventana y se asomó a la calle buscando aclarar la incógnita del sonido como nosotros: infructuosamente. En fin, a estas alturas tengo la seguridad de que fue un aviso de la pervivencia de los antiguos y sus divinidades; o una simple demostración de fuerza de una antigua divinidad urania local, pues en las líneas anteriores a lo que leía cuando sonó el trueno, Eliade explicaba que en la mayoría de los casos los dioses celestes pasaron a un plano alejado de la cotidianidad religiosa de la gente. En fin no se pudo tratar de una simple coincidencia, sobre todo si asumo la manía religiosa con que he traído en mis manos en esta última semana las piedras que me obsequiaron los niños de Cerro Prieto, y que ellos llaman ¡oh casualidad!: "piedras de rayo". Bien, para cerrar con broche de oro las anteriores referencias mágicas, cito lo que leí líneas abajo de lo transcrito anteriormente: "Un gran número de creencias relacionadas con la santidad del trueno se encuentran esparcidas por la tierra entera. Se creía que las piedras llamadas "de rayo" y que no son en su mayoría sino sílex prehistóricos, eran la punta misma de la flecha del rayo, y como tales eran veneradas y piadosamente conservadas".
No cabe duda que los antiguos siguen brincoteando entre nosotros.

quinta-feira, junho 09, 2005

Kuadernotas del Milenio Pasado: Dr. Arroyo, Andrés Huerta y anexas

Retorno a la región. La urbe parcializa la visión y sentimiento de nuestro entorno: sobre todo, que nos hemos olvidado de la región interior y sus vivencias. Debemos volver. Diciembre 5, 1992, el alcalde del pueblo de Dr. Arroyo da la bienvenida a los presentes en el homenaje brindado por su pueblo y Radio Nuevo León, al poeta Andrés Huerta.
Habla de una manera sencilla y segura; afirma que está contento de la actividad no obstante de "que a mi pueblo lo ha caracterizado el dolor", finaliza con "Ustedes son nuestros amigos".
Dentro del pequeño auditorio municipal, dónde se realiza el homenaje, alguien me presta el recorte de un periódico, con fecha del martes 27 de enero de 1976; el recorte se encuentra enmarcado (tal vez adorne y/o cuelgue como testimonio en alguna casa del pueblo). Extraigo de él los siguientes fragmentos: "El historiador del pueblo cuenta, finalmente que hasta 1940, por causas que nadie se explica y que los meteorólogos no se han explicado, las lluvias, que antes favorecían al municipio año con año, fueron retirándose y las sequías fueron cada vez más prolongadas. La última duró casi tres años (1972-1975)". "Cuando se hielan el maíz o el poco frijol "de guía" que sembramos, escasean el ixtle y la lechuguilla y mueren nuestros animales, no nos queda más que vivir "de aigre" como los camaleones" (Citando a Jesús Pérez Ramón, ejidatario de 44 años del rancho El Capadero).

Una de las personas invitadas a hablar de la obra y vida de Huerta, afirma que varias veces se pregunto sobre la forma y contenido del lenguaje poético de Andrés. Sin hallar respuesta. Hasta que en una reciente gira con autoridades educativas, por el sur del estado, encontró solución e su pregunta; ya que -parafraseando sus palabras- al comentar con los habitantes de una comunidad ejidal, la bella forma de hablar de la gente del campo, al referirse a su observaciones de la naturaleza: de los cielos, de las aves migratorias, un ejidatario le respondió seguro: "Es que unas palabras llaman a las otras".
Cierto, por la forma de hablar de la gente nativa, que he logrado escuchar; así como por las mismas palabras del alcalde, los habitantes de está región parecen saber muy bien que unas palabras llaman a las otras.
Se podría decir incluso -sin exageraciones- que todos son poetas. Como el homenajedado. Pero sin obra escrita.
Inevitable coraje personal y desesperación con el trabajo expuesto por Yuri; la forma y contenidos del mismo estan hecho para los "intelectuales" y funcionarios que vinieron de Monterrey. No para Andrés Huerta y su pueblo.
Segundo día del homenaje a Huerta, entre tanto entusiasmo y emotividad un espontáneo sube al frente, después de identificarse como José Rogelio Reyes y aclarar que no fue invitado oficial al homenaje, quiere hacernos llegar unas palabras -que por cierto inevitablemente ponen fuego en una llaga siempre abierta-: agradece en primera instancia la presencia de tantos "intelectuales y personalidades" de Monterrey (al parecer lo dice en serio, aunque a mi me parece una fina y bien calculada ironía); luego dice en un tono sereno, impregnado de un ligero aire de tristeza y resentimiento, que ojalá y las visitas y estudios fueran más seguido, más constantes, para que Doctor Arroyo pudiera tener seguridad de un "arte que necesita" para sus hijos. Hay un silencio profundo del auditorio mientras se escuchan sus palabras. Después de que habla platico con él en el pasillo, le digo que me impactaron sus palabras, y que me gustaría intercambiáramos direcciones para en determinado momento coordinar una actividad de difusión o recreación en su pueblo. El se muestra entusiasmado con la idea y conversamos un poco. Pero ahora, a dos meses de haber conversado con él, es fecha que no he iniciado seriamente algo concreto, con que llevar a cabo la propuesta que le hice. Eso sí, recordamos sus palabras:

A MI PUEBLO

Te me fuiste quedando
como una larga herencia pueblo mío
en mi sangre
en la hora en que te invento
en mis viejos resabios
te recuerdo en primavera
o vestido de cuaresma
o en las fiestas de boda campesinas
con tambora
y vuelvo a ti
desde mis años y el olvido
hijo pródigo contigo en la costillas
no voy a olvidarte
ni en atardeceres del otoño y del verano
ni tus campanas
ni tus noches
pueblo mío atorado en la garganta
metido en los confines de la aurora
varado entre montes y colinas
rapado por el aire
va por tus calles desfilando la tristeza
pueblo de las muertes violentas
y la virgenes calladas
y la vida plena
riega por caminos y collados
semillas de fe
para que ruede sobre tus días
la esperanza mía.

-Andrés Huerta-